Me pregunto cuántas de las personas que acostumbran a leer mis entradas cada mes corresponden al sexo femenino. A tenor del número de participantes en las pruebas de trail en general y más aun si cabe en las ultratrail, supongo que no serán muchas. De todas maneras, me gustaría pensar que entre los lectores se encuentra alguna mujer que a pesar de no haber dado todavía el paso aún, en alguna ocasión haya sentido la inquietud y por qué no, las ganas de lanzarse y probarse en uno de estos extraordinarios y a su vez gratificantes retos
Ojalá alguna de ellas esté leyendo estas líneas ya que la entrada de este mes es para ellas. Efectivamente es el turno de las mujeres. No estoy descubriendo nada al decir que en los últimos años el número de mujeres que practican algún deporte o realizan ejercicio de manera regular ha aumentado significativamente. Aunque todavía el número de participantes está muy alejado del de los hombres, es innegable que la cantidad de mujeres que se atreven con pruebas relativamente exigentes está creciendo paulatinamente. A pesar de ello, lo cierto es que todavía su nivel de participación en el mundo del ultratrail es muy reducido.
Pero, ¿cuál es el potencial de las mujeres para enfrentarse a retos de un alto requerimiento físico? ¿Existe algún motivo por el cual las mujeres no estén igualmente capacitadas para afrontar un ultratrail y eso les haga desistir?
Antes de nada, unas consideraciones sobre las peculiaridades de las mujeres y en qué manera estas afectan a la práctica deportiva en general.
Por un lado y a nivel hormonal, las mujeres son más sensibles a la insulina lo que a nivel nutricional les permitiría poder tomar una mayor cantidad de carbohidratos que los hombres y por tanto disponer de mayores reservas de glucógeno, uno de los combustibles necesarios para mantener una determinada intensidad del ejercicio. Además las mujeres, debido a sus mayores niveles de estrógenos, son capaces de almacenar más grasas en su cuerpo. A una misma intensidad relativa, las mujeres son capaces de utilizar una mayor cantidad de grasas, combustible fundamental cuanto más larga es la distancia a recorrer, comparación con los hombres reservando de esta manera mayores niveles de glucógeno, que es la gasolina que utilizaremos en los momentos en los que necesitemos aumentar la intensidad del ejercicio, por ejemplo al correr por desniveles pronunciados.
Asimismo, Las mujeres presentan unos menores niveles de testosterona lo que hace que tengan una menor masa muscular, una menor cantidad de hemoglobina y un menor tamaño del corazón, lo que acarrea un menor bombeo de sangre y una menor entrega de oxígeno a los músculos que lo necesitan. Además, las mujeres tienen un menor porcentaje de fibras de contracción rápida (factor no tan determinante en pruebas de larga resistencia) y una menor producción de glóbulos rojos y por tanto una menor capacidad para absorber oxígeno que los hombres.
Estos factores provocan que exista una indudable ventaja aeróbica por parte de los hombres respecto a las mujeres.
Los hombres al tener huesos más largos también obtienen una ventaja mecánica pero hay que destacar que, las articulaciones de las mujeres son más flexibles lo que les confiere un mayor rango de movimiento. Además las superficies articulares de las mujeres son mayores lo que permite un mejor anclaje para soportar los músculos. Esto, unido a una mayor anchura de pelvis y un centro de gravedad más bajo dota a las mujeres de una mayor estabilidad en esta articulación
Respecto a las lesiones, las mujeres serían más propensas a sufrir lesiones en los hombros y las rodillas debido a un menor nivel de fuerza y la consiguiente inestabilidad en esas articulaciones. De todas maneras esta desventaja no es insalvable ya que las mujeres pueden contrarrestar esta desventaja con un adecuado trabajo de fortalecimiento muscular.
Por el contrario, la menor estatura de las mujeres y la menor longitud de las piernas producen una mayor frecuencia y longitud de zancada generando en general un menor impacto a nivel muscular sobre todo al descender por pendientes, lo que provocaría una menor fatiga muscular y un retraso en su aparición, factor clave en pruebas con importantes desniveles y de larga duración.
La resistencia física se basa en la eficiencia de nuestro organismo para convertir las calorías en energía. Si analizamos los estudios que han analizado las diferencias entre el rendimiento femenino y masculino a lo largo del tiempo, se puede constatar que en los últimos años las mujeres han recortado la diferencia de rendimiento con respecto a los hombres en aquellas pruebas de larga distancia en las que la participación femenina es relativamente elevada.
Las diferencias en el ahorro y utilización de combustibles como las grasas y el glucógeno, pueden ser una de las razones que apuntan a que la mujer podría estar mejor preparada que el hombre para rendir en pruebas en las que este ahorro y eficiencia energética es fundamental.
Además el menor tamaño y superficie corporal hacen que las mujeres puedan soportar mejor los ambientes calurosos y húmedos, condiciones ambientales muy comunes en una ultra, debido a un menor sobrecalentamiento.
Por si esto no fuera suficiente, hay estudios recientes que muestran que las mujeres son mejores a la hora de elegir el ritmo de carrera o “pacing”, cualidad imprescindible para lograr un rendimiento óptimo. Parece que además las mujeres gozan de una mayor autoconfianza y son más conscientes de sus limitaciones a la hora de enfrentarse a un reto deportivo de una alta exigencia en comparación con los hombres a quienes se les atribuye una sobreestimación de sus niveles de capacidad.
Si además añadimos factores sociales como el de una posible necesidad y voluntad por parte de las mujeres de manera individual, de poner de manifiesto y demostrar las aptitudes del sexo femenino frente al masculino, resulta obvio que el futuro de la mujer en el mundo del deporte extremo es prometedor
En este sentido, no es raro encontrarnos con actuaciones y resultados de mujeres logrando destacadísimos puestos en las clasificaciones respecto a los hombres. No parece que otros factores que limitan el rendimiento de resistencia como el umbral del lactato ni la economía de carrera jueguen en contra de la mujer. En pruebas de ultrafondo hay numerosos casos de mujeres que consiguen superar el rendimiento de hombres que se han mostrado superiores a ellas en distancias más cortas. Incluso hay voces destacadas que pronostican que en un futuro, destacadas pruebas de ultraresistencia tendrán a alguna mujer como vencedora absoluta.
Sea cierto o no, parece que la mujer tiene vía libre para seguir recortando las diferencias en el rendimiento respecto a los hombres en los próximos años, si verdaderamente el número de participantes femenino crece. Por mi parte, quedaría ampliamente satisfecho si hay alguna chica entre los lectores, a quién estas consideraciones le ayuden a dar el paso y a participar en cualquiera de las modalidades de la ehunmilak. Como veis, el futuro es vuestro!
Salud y mucho Trail para todos!
Jon Aranburu
Twitter: @MitocondrION