Dentro de las premisas del proceso del entrenamiento, resulta obvio que la planificación es un concepto prácticamente ineludible y que supone el punto de partida o la fase en la que se sustenta todo el desarrollo posterior.
Hoy en día, es muy difícil entender el entrenamiento, sin un esfuerzo previo, con el fin de lograr unos objetivos o hacer realidad diversos propósitos. El hecho de planificar exige respetar una serie de pasos establecidos previamente.
Antes de nada, creo que debe quedar claro que una buena planificación no garantiza el éxito deportivo o lograr los objetivos establecidos, pero es indudable que puede ayudarnos a acercarnos a él. Cualquier objetivo deportivo exige tener en perspectiva innumerables variables y condicionantes que limitarán y modularán el plan a seguir.
Lejos de tratar de destacar la importancia de una buena planificación y de explicar cómo debería diseñarse un plan de entrenamiento, me gustaría señalar que una adecuada planificación no tiene por qué ser estricta. En mi opinión, una planificación sin perder de vista el camino por el cual queremos seguir, debe permanecer abierta y tener un amplio margen de flexibilidad para poder adecuarla a nuestras necesidades y a los acontecimientos que inevitablemente vamos a encontrarnos en ese camino. Creo que el pretender seguir un plan muy hermético e intentar controlarlo todo desde el primer momento puede resultar un arma de doble filo que puede ir en contra del atleta e incluso provocar frustración, estrés y un agotamiento psicológico prematuro cuando el control total no es posible o requiere esfuerzos extraordinarios.
En una planificación más o menos tradicional del entrenamiento, deberíamos tener en cuenta aspectos fundamentales como las pruebas o competiciones en las que se va a participar y los objetivos con los que se afrontan. Informarse sobre el calendario de pruebas y las características de las mismas es importante para que no nos sorprendan y saber cuáles pueden ser más apropiadas. Programar competiciones secundarias de manera cuidadosa, puede ayudar de manera determinante a lograr estados de forma y psicológicos óptimos.
También puede resultar interesante programar sesiones de entrenamiento muy concretas como sesiones de entrenamientos “largos” y o específicos (hablamos de la ultradistancia).
Tanto las competiciones como éstas sesiones de entrenamiento con una carga de trabajo elevada, pueden generar niveles de fatiga importantes y es conveniente valorar y calcular el periodo de recuperación y descanso que pueden requerir.
Asimismo, puede resultar clave analizar las características de las competiciones (distancia, desnivel, altitud, horario, tipo de recorrido, estimación de la duración, etc.) así como las condiciones ambientales más frecuentes (temperatura, humedad, viento, etc.) para no llevarnos sorpresas y para poder adaptarnos a estas variables de la mejor manera posible.
Unas determinadas características de aquellas pruebas en las que hemos centrado nuestros objetivos pueden condicionar y ayudarnos a orientar de manera específica el tipo de entrenamiento a seguir.
Otros aspectos relativos a los avituallamientos, alimentación e hidratación, calzado y ropa técnica, etc. también deben tener su lugar a la hora de programar y planificar minuciosamente las sesiones de entrenamiento y las competiciones.
Pero centrémonos en la periodización del entrenamiento. Entendemos por periodización, la planificación sistemática del entrenamiento, mediante la cual tratamos de lograr el mejor rendimiento posible en las competiciones más importantes de la temporada.
La periodización permite dividir una temporada en distintas fases de entrenamiento y estas fases se caracterizan por unos factores y objetivos distintos (volumen, intensidad, frecuencia, tipo de ejercicios, etc.) en cada una de las fases.
Hoy en día se identifican diferentes modelos de periodización (tradicional, polarizada, inversa, por bloques…) y no son pocos los esfuerzos e investigaciones por tratar de medir la eficacia de cada una de ellas para alcanzar el mejor rendimiento. Personalmente me sorprende el empeño con el que muchos entrenadores intentan etiquetar y que sus planificaciones encajen con la máxima exactitud dentro de estos modelos de periodización y echo en falta más transgresores con ganas de salirse del tiesto.
Durante más de dos décadas he tenido la oportunidad de probar en mis propias carnes y en las de otros deportistas, diferentes tipos de periodización o distintas aproximaciones, a veces intencionadamente, en otras, obligado por la necesidad de introducir cambios e incluso en alguna ocasión por mera casualidad. Al hacerlo, he tratado de satisfacer mi curiosidad dejándome a veces llevar por el instinto (algo que un entrenador o deportista nunca puede olvidar) con el objetivo de buscar el mejor rendimiento en diferentes disciplinas deportivas, llegando incluso a plantear formas de entrenar que para muchos puristas, rozarían el sacrilegio.
Tras numerosos “experimentos”, no podría catalogar ninguna de estas estrategias como inútiles o infructuosas, pero, tampoco como superiores o más efectivas. Si algo he podido constatar durante estos años es la gran capacidad de respuesta de nuestro organismo a prácticamente todas las estrategias de entrenamiento, (sigan un modelo o no) puestas en práctica a veces incluso rompiendo con las recomendaciones del entrenamiento generales.
Sorprendentemente hoy en día permanecen incuestionables dentro de la teoría del entrenamiento muchos conceptos y dogmas que fueron establecidos hace mucho cuando las condiciones de estudio eran muy diferentes a las que nos podemos encontrar actualmente. No intento desprestigiar el concepto de la periodización deportiva pero cuando has probado una forma de entrenar y posteriormente has puesto en práctica otra prácticamente opuesta y en ambos casos el resultado ha sido “sorprendentemente” satisfactorio empiezas a preguntarte si no estamos siendo víctimas de esa manía o empeño del ser humano en medirlo todo y que todo encaje en un modelo prestablecido.
Recientemente me ha alegrado encontrarme con algún que otro estudio que precisamente pone en cuestión el concepto de periodización del entrenamiento actual señalando que muchos modelos se apoyan en unas bases que pueden haber quedado obsoletas. Por lo tanto, no parece una temeridad como mínimo poner en duda algunos conceptos y leyes sobre el entrenamiento que aun hoy en día se siguen respetando al pie de la letra.
En este sentido, recientemente llamó mi atención un estudio en el que se analizaba el rendimiento de atletas sometidos a una idéntica periodización, pero en dos temporadas sucesivas. A pesar de haber seguido las mismas pautas de entrenamiento, el estado de forma y el rendimiento alcanzado tras sendas rutinas resultó significativamente diferente.
Tanto el ser humano como el rendimiento deportivo son algo extremadamente complejo y ante estos resultados me llama la atención la seguridad y rotundidad con la que muchos atletas y entrenadores declaran saber cuál es la mejor “receta” de entrenamiento para sus atletas. A tenor de los resultados puede parecer algo atrevido.
Soy consciente de que estas reflexiones son muy personales y que puede que no satisfagan a aquellos que están buscando recetas o recomendaciones concretas y que se puedan llevar a la práctica, pero he creído conveniente compartirlas con vosotros para a continuación recomendaros humildemente que en un entorno social en el que los mensajes son cada vez más mediáticos y nos llegan de manera tan contundente y por tan diversos medios, tratéis de ser críticos con toda la información que os llega. No les deis todo el crédito a los métodos más eficaces, a los ejercicios más completos, a las modas que llegan cada cierto tiempo anunciando nuevos descubrimientos y después desaparecen, a los consejos de deportistas incluso del más alto nivel, a los “aparatos” anunciados por marcas deportivas que prometen grandes mejoras en vuestro rendimiento, a los gurús y entrenadores que garanticen el éxito, ni tan siquiera os fieis al 100% de las conclusiones que modestamente podáis sacar vosotros mismos.
Puede que lo que esté transmitiendo suene un tanto negacionista. En absoluto lo pretende ser. Lamentablemente o afortunadamente hoy en día el hombre moderno, tras haber visto reducidas muchas de sus capacidades físicas, dispone de un margen inmenso para mejorar dichas aptitudes. La gran mayoría de personas no creerían lo que con un entrenamiento repetido, aplicado con sentido común y progresivo (sin tener que seguir ningún modelo o formula) serían capaces de conseguir. Tan solo quiero contribuir a ampliar un poco el horizonte y a romper ciertos moldes.
Saludos a todos…y a romper moldes!
Jon Aranburu
www.jonaranburu.com
de Atletismo y profesor de educación